Ezequiel Morfi nos invita a reflexionar sobre cómo la inmediatez y la comodidad pueden diluir nuestra experiencia artística y cómo podemos recuperar el verdadero placer de escuchar música.
En el mundo actual, la rapidez y la inmediatez se han convertido en imperativos, afectando incluso nuestra apreciación del arte. Como productores y técnicos, esta urgencia puede ser letal, impidiendo una apreciación plena de la música. Así como ya no conocemos el aire puro o el sabor natural de los alimentos, corremos el riesgo de perder la verdadera esencia de la música.
La comodidad y la facilidad de acceso pueden diluir el deleite artístico. Este peligroso hábito amenaza con convertir la apreciación superficial en la norma, impidiendo que saboreemos las obras en toda su dimensión. En el ámbito musical, esta sombra ya afecta a todos, incluso a los defensores de la buena escucha. No es raro encontrar grandes estudios con sistemas de monitoreo avanzados que utilizan plataformas de streaming de dudosa calidad.
El problema no es solo la calidad de audio o las interrupciones publicitarias. La verdadera amenaza es la cómoda inmediatez y el acceso ilimitado, que licuan el valor del arte. La generación actual debe recuperar espacios y momentos para una escucha real de la música, sin interrupciones, con concentración y respeto por la forma de arte.
No se trata de sostener una copa de vino y acariciar a un galgo mientras escuchamos música, sino de evitar que nuestras apps y dispositivos interrumpan nuestro momento de conexión con la música. Si la única forma de acercarnos a la música es a través de streaming mientras hacemos otras cosas, estamos en problemas. Escuchar música de fondo mientras hacemos otras actividades está bien, pero no debe ser nuestra única forma de disfrutarla.
La pérdida del material gráfico que complementa una obra artística es otra preocupación. No se trata de defender el packaging, sino de entender que los créditos y el contexto son parte integral de la experiencia artística. Saber quién grabó, mezcló y produjo una obra aporta a nuestra comprensión y disfrute de la música.
Esta crítica al mundo moderno busca alertar sobre nuevas prácticas que, aunque no son malignas, pueden alejarnos de formas más profundas de acercamiento al arte. Las prácticas que requieren cierto esfuerzo y tiempo suelen aportar un valor adicional a la experiencia emocional. Recuperemos el valor del arte dedicándole el tiempo y la atención que merece.