En la ciudad finlandesa de Iisalmi, conocida tanto por su tradición cervecera como por ser la casa de Genelec, el Museo de la Cerveza de la Fundación OLVI se transformó en una experiencia inmersiva sin precedentes gracias al diseño sonoro y la tecnología de la marca de altavoces.
La nueva instalación, titulada “The Spirit of OLVI”, se desarrolla en una sala de cinco lados especialmente diseñada, donde luz, imagen, vibración y sonido espacial narran los 145 años de historia de la última gran cervecera independiente de Finlandia.
El diseño técnico fue liderado por 4business, con la participación creativa de OiOi Collective. Desde el principio, el proyecto fue una colaboración total: guion, sonido, infraestructura y arquitectura trabajaron como un solo equipo.
Para Janne Lankinen, COO de 4business y oriundo de Iisalmi, no hubo dudas: Genelec era la elección natural. No solo por cercanía, sino por confiabilidad y calidad sonora. Además, al usar altavoces Smart IP, todo el sistema pudo alimentarse por un solo cable de red: sin amplificadores externos ni cableado adicional. Eso simplificó todo.
El sistema incluye modelos 4420, 4430, 4436 y AIW26 empotrables, más subwoofers 5041 ocultos tras las pantallas. El espacio también cuenta con transductores táctiles bajo el piso que permiten literalmente sentir el sonido con los pies, lo que genera reacciones espontáneas de los visitantes.
Cada sala del museo fue mezclada a medida, sin depender de formatos preestablecidos como Atmos. El audio multicanal fue personalizado para cada entorno, asegurando localización precisa del sonido y total inmersión, sin comprometer la naturalidad del diálogo o los efectos.
La instalación está pensada para funcionar sin personal técnico. Con solo tocar una pantalla, el sistema se enciende, adapta el volumen, ajusta las luces y lanza el contenido elegido por el visitante. Comodidad total, sin intervención.
Más allá de la sala inmersiva, el recorrido sigue usando el sonido de forma creativa: en la exhibición de ingredientes, se escucha un audio envolvente que evoca aromas y texturas; en la bodega, se perciben fermentaciones imposibles, como si uno estuviera dentro del barril. Y en la instalación “Sinfonía de las Máquinas”, los ruidos reales de la fábrica OLVI fueron convertidos en una composición rítmica envolvente.
Todo el audio fue mezclado específicamente para los altavoces Genelec, aprovechando su precisión y detalle. Como dice Aki Päivärinne de OiOi: “Cuando el sonido está bien hecho, la tecnología desaparece. Lo que queda es la historia”.
Lo que antes era un museo oscuro y estático, hoy es un espacio moderno, vibrante y con identidad. “La gente se queda mucho más de lo que pensaba”, aseguran desde la Fundación. Y no es casualidad: esta sinergia entre cultura local, innovación técnica y relato sensorial transforma una visita cervecera en una experiencia inolvidable.


