Desde Iisalmi, Finlandia, el equipo acústico de Genelec cultiva lo que podría describirse como un conocimiento tácito: esa experiencia acumulada que no se traduce en manuales, sino en intuición y química entre colegas para crear soluciones de monitoreo de calibre mundial.
Para Jussi Väisänen, uno de los gurúes acústicos, “el desarrollo de productos siempre fue el corazón de la compañía”. Junto con Juha Holm, destacan dos virtudes fundamentales en su cultura: continuidad y agilidad. Un grupo estable de trabajo, presente desde el diseño hasta la producción, permite perfeccionar sin apuros y sin forzar ideas.
Holm remarca que esa continuidad evita resultados subóptimos: “muy rara vez cambian los miembros del equipo, así que la innovación fluye sin tensión”. Y advierte: “exprimir la creatividad apretando demasiado solo lleva a rampas”.
La forma de enfrentar problemas es paso a paso. Una idea que parecía inviable hace 12 años hoy fue rescatada y adaptada al contexto tecnológico actual. Pero ojo: si durante el proceso se detecta que algo no es rentable, lo cortan sin dramas. Financiar bien también es parte del desarrollo estratégico.
Además, mantienen contacto estrecho con clientes: escuchar sus preocupaciones suele desatar nuevas redes de pensamiento que alimentan su creatividad.
Para Holm y Väisänen, su trabajo es casi una pasión vital: “ser intérpretes del sonido es una forma de vida”, dicen. Ese lugar donde la física y el arte se cruzan es el verdadero terreno de juego de su vocación: tecnología con emoción, precisión con feeling.


